07 septiembre 2015

LUNA DE MIEL. PRIMERA PARADA: LAS VEGAS (DEL 13/07 AL 17/07). DÍA 3.

Nos despertamos algo más tarde que los otros días ya que necesitábamos dormir un poco. Teníamos el desayuno ya pagado por el ticket del "Buffet of buffets" así que fuimos a desayunar al Flamingo. Ese día queríamos ir de compras a uno de los outlets de Las Vegas. Cuando terminamos de desayunar y volvimos al hotel pillamos un taxi al Premium Outlets (el que está en la zona sur, el más cercano a nuestro hotel).

He de decir que si esperáis encontrar chollos no vayáis muy emocionados con la idea. Habiendo estado en rebajas en Miami y en otros outlets en Nueva York... Comprar en la costa oeste no es nada barato. Entrábamos en las tiendas que supuestamente eran outlet o eran de saldos pero no habían chollazos como para salir de allí con bolsas repletas de marcas americanas (íbamos con la idea de atracar Levis, Hilfigher, Calvin Klein, Converse, Nike, Michael Kors,...) y "na nai de la china". Al final sólo "triunfamos" (y lo pongo entrecomillado) en GAP y la tienda de Guess.

Tras la jornada un poco decepcionante de tiendas, volvimos a dejar los trastos al hotel y tiramos a comer al buffet del Hotel Paris (y ya era bastante tarde). Vimos las fuentes del Bellagio de día y volvimos al hotel. Confirmé el shuttle para el aeropuerto al día siguiente ya que ya partíamos a San Francisco. Teníamos que hacer las maletas ya que salíamos tempranito rumbo al aeropuerto.

Juan Carlos sí que salió a dar una vuelta y a buscar sus últimos souvenirs en los hoteles Treasure Island y el Venetian. A la vuelta, para cumplir una de las cosas imprescindibles que hacer en Las Vegas, compró una de esas bebidas o cócteles enormes de los de litro y medio: una piña colada. No me extraña que la gente se coja las cogorzas descomunales... ¡aquello estaba cargadísimo! Nosotros estamos acostumbrados a beber y nos pareció muy fuerte. Eso sí, el dinero cunde muchísimo... por 20 o 22 dólares (según el lugar donde lo pilléis y el tipo de vaso) tenéis litro y medio de piña colada, margarita, daikiri,... o lo que sea.






Nos quedó pena de no haber ido a la calle Freemont (es de las pocas cosas que dejamos de ver en Las Vegas) pero, a pesar de apurar al máximo nuestros días, nos fue imposible ver absolutamente todo y menos aún sin coche de alquiler (si lleváis coche de alquiler tened en cuenta que los parking de los hoteles y casinos son gratis). 

Las Vegas nos encantó. No decepciona. Es tal cual la vemos en la televisión y en el cine: una ciudad sin horarios, excesiva en todo el sentido de la palabra y puro espectáculo. Volveremos sin duda.



La diferencia es que si volvemos, que espero que sí, iremos únicamente a disfrutar (salir de fiesta, disfrutar de los buffets, jugar en los casinos y volver en coche al Gran Cañón) y no tanto a hacer turismo, para así vivir y sentir la ciudad tal y como debe ser.

Concluíamos así nuestra estancia en Las Vegas con nuestra última noche, y el viernes 17 de julio, tomábamos rumbo hacia San Francisco. ¡¡¡Vivan Las Vegas!!! 



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